La visita al parque natural del Monasterio de Piedra fue una grata sorpresa. Incluso aunque yo había visitado en anteriores ocasiones el parque, esta última vez fue la que más la disfruté. Incluso en época de sequía, este maravilloso oasis de verdor estaba en todo su esplendor. Una visita obligada para todos aquellos que difruten del agua y se maravillen con cascadas muy fotogénicas.
No menos interesante fue tambien comer en el hotel-restaurante "Las truchas". Comida excelente a un precio asequible y con una crema catalana que fue una experiencia inolvidable.
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